Nutrición, pandemia y diabetes
Uno de los efectos principales de la pandemia de Covid-19 en las personas ha sido el sedentarismo que afecta el peso y las modificaciones en composición muscular y de tejidos grasos en el cuerpo. No solo se trata de comer más o peor, tampoco de no hacer actividad física -ahora que está permitida en gran parte del país- sino la mera modificación de la rutina, la merma en las salidas diarias, subir menos escaleras, andar menos por la calle, todo ha hecho que crecieran las horas de quietud. Esto afecta la salud y en especial a la hora de pensar en diabetes, cuya prevención y tratamiento depende casi en un 50% del estilo de vida.
Las claves de los horarios
Así lo advierte el nutricionista Alejandro Ugarte: “Ese estilo de vida incluye todo lo que tenga que ver con actividad física, alimentación e incluso las emociones, y depende del trabajo que haga cada paciente. En este contexto de aislamiento, en donde se ven alteradas las actividades habituales, el primer gran consejo es establecer una rutina cotidiana con horarios de actividad física y de alimentación. No comer en cualquier horario”.
Este punto clave, que parece sencillo, puede ser el talón de Aquiles de cualquier persona que permanece encerrada, aislada o que vio modificada su rutina durante tantos meses. A esto se añade el incremento en los vaivenes emocionales: desde los organismos oficiales de Salud han advertido por la salud mental de las personas, se han detectado aumentos en la angustia, la ansiedad, el temor por la incertidumbre y el no saber cómo manejarse.
Ante este panorama, “el segundo gran consejo nutricional es entender que el picoteo no es solución, porque comer algo da una pequeña satisfacción al cerebro muy breve, que unos minutos más tarde se ha disipado y la angustia o sensación de malestar retornará”, explica Ugarte.
La importancia de las fibras
Tradicionalmente hay dos modos de enfocar el tratamiento nutricional, que es extensible a todas las personas, pero que es esencial para un paciente con diabetes: el primer punto es, como se ha dicho, la cuestión de los horarios, la distribución rutinaria y respetada de las porciones -de 4 a 6 diarias- para evitar desbandes. El otro factor crucial estará en la elección de alimentos.
Aunque se ha trabajado desde hace tiempo, aun persisten algunos mitos sobre la alimentación de pacientes con diabetes, pero el doctor Ugarte advierte que “pueden comer de todo”. La clave estará en el modo de administrarlos. “Los azúcares en general, pero los carbohidratos en particular son los alimentos que generan más problemas. Si la comida tiene harina -en forma de pan, galleta o masa-, debe ser solo una parte de la comida. Y si va a tener su hidrato o almidón, vamos a diseñar un plato con una estructura de hortaliza, proteína y esa parte del hidrato de carbono”, señala el especialista.
Muchos han oído hablar de dos métodos básicos y muy efectivos: el método del plato saludable -o plato Harvard- y el método del conteo de carbohidratos. El primero se basa en la división de un plato de comida en dos mitades, cuyo 50% deberá ser de vegetales, o frutas, sin almidón y azúcares; y la otra mitad deberá dividirse, a la vez, en otras dos mitades: un 25% del plato total deberá contar con los carbohidratos y otro 25% con las proteínas.
Pero, ¿cuál es la razón por la que esta distribución es crucial? “Es muy importante que las comidas tengan vegetales, porque aportan fibras, y esta fibra vegetal no es absorbida, no pasa a la sangre, pero mejora el tránsito intestinal, aportan minerales y, la clave, tiene un efecto dinámico en la dieta: cuando los almidones de los hidratos liberan la glucosa, esa fibra vegetal se une a la glucosa y hace que no pueda pasar a la sangre: lo que podría ser un tsunami de glucosa con necesidad de insulina, pasa a ser un oleaje intermitente, suave”, explica Ugarte.
Otro tip nutricional del especialista consultado es en función del horario: ¡cenar temprano! De este modo, el organismo logra completar la digestión estando despiertos y ayuda a no seguir trabajando los alimentos cuando uno está durmiendo. A la vez, es un gran regulador de la comida entre horas: “Por lo general, las personas sienten hambre alrededor de las 19, y lo que pretendemos es que, a esa hora, si tiene hambre, va y cena. Eso ayuda a evitar el picoteo innecesario”.